miércoles, 29 de abril de 2009

El virus de la desconfianza


Rafael Cardona


La Crónica de Hoy

29 de abril de 2009


El jueves 23 por la noche, de manera intempestiva y acuciada por los informes provenientes del Canadá; cuyos laboratorios identificaron la nueva especie viral causante de tantos males en México, la Secretaría de Salud se apresuró a cerrar todas las escuelas y otros centros de concurrencia masiva de la zona metropolitana del DF y el Estado de México.No obstante la forma apresurada y poco formal como se hizo este anuncio —como si fuera parte de un programa informativo de TV—, la decisión fue comprendida y acatada por los ciudadanos debido a la extraña circunstancia de esta epidemia, cuya definición como tal era inexistente un día atrás cuando se le denominaba únicamente “brote epidémico”.Hoy, cinco días después, el cierre de actividades comunes —del templo a la mesa; de la plaza de toros, al gimnasio—, se extiende a todo el país. Las escuelas en primer término, pero en casos como los de Aguascalientes, hasta de la mayor tradición de la ciudad; su centenaria feria en nombre de San Marcos.En términos territoriales podemos decir: en menos de una semana una restricción sobre la milésima parte del territorio nacional: el DF; se ha extendido al 100 por ciento del país.Si bien nadie podría (ni puede) oponerse al cerco sanitario por el cual la ciudad casi se ha paralizado, el dictamen de la Organización Mundial de la Salud para elevar el grado de la epidemia a la cuarta fase (proceso de pandemia), permite con legitimidad preguntarse en torno de la eficacia de las acciones y la utilidad de la respuesta del sector de la salud en este país.Nadie sabe la razón de limitar esta extraña forma de la cuarentena “light” hasta el seis de mayo, pero nada garantiza el regreso a la normalidad en esa fecha ni mucho menos en otra de días antes.

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