domingo, 12 de abril de 2009

Un paseo por el sabor

Feria de las nieves


Por: Viridiana Brito Uribe

Seguramente ha probado el camarón, el aguacate, la lechuga o la alfalfa, hasta ahora nada tiene de extraordinario, pero qué le parecería tener el sabor de éstos alimentos en un producto digno de esta temporada de calor: la nieve. Con éste suman ya CXXIV años de la celebración de la Feria de la Nieve, en el pueblo de Santiago Tulyehualco, en la delegación Xochimilco. Que aprovechando las vacaciones de Semana Santa, montan sus puestos para ofrecer al público parte de sus tradiciones.

Esta feria es un sitio donde la creatividad y originalidad fluyen, viéndose presente desde en los sabores de las nieves hasta en el nombre de éstas. Sin duda hay para todos los gustos, para los niños una de pikachu o spiderman o para los amantes de las bebidas alcohólicas una de mezcal, cerveza o whisky.

Pero hay un par de sabores que los visitantes difícilmente se resisten a no probar, viagra y orgasmo, algunos entre risas y otros un tanto tímidos se aventuran a degustar ambos sabores que por su nombre prometen mucho a los paladares que se animan a probarlos.

Para poder recorrer todos los puestos de la feria, los visitantes tienen que caminar a paso lento cuidándose de no ser pisados o de no resbalar en el suelo mojado por los hielos que se derriten por el calor de la multitud.

Por su parte los neveros en el juego de la oferta y la demanda atraen a los consumidores ofreciéndoles los sabores más exóticos, así en pequeñas cucharas ofrecen pruebas para que todo aquél que pase se anime a tomar una y si es de su agrado la consuma.
Los asistentes a la feria pudieron disfrutar sus nieves acompañados de diversos espectáculos, desde grupos de danza regional, o un poco de baile hawaiano, hasta grupos de rock que a ritmo de Soda Estéreo ponían a corear y saltar al público de todas las edades.

Entre probada y probada no faltaba el curioso que sorprendido por la cantidad de nieves preguntaba cuánto tardaban en elaborarla, “pues entre siete y ocho horas” le contestaban, siguiendo con la plática, los neveros comentaban que el viernes santo era el día que más vendían “el viernes vendemos todos los botes que traemos, nada se nos queda”.

Aquéllos que escuchaban la conversación no daban crédito de lo que oían, les parecía increíble que se pudieran vender no menos de diez botes de veinticinco litros cada uno, por cada puesto que había.

Esta feria trajo muchas sorpresas, como el precio de las nieves, una señora discutía con lo neveros sobre el aumento en tan sólo un par de días, “yo vine antier y este vaso me costo cinco pesos y ahora me lo está dando a ocho”, pero ante esta queja no había respuesta.

Para aquéllos que nos les era suficiente la nieve, podían disfrutar de los clásicos antojitos, entre los más popular se encontraba los elotes, esquites y rebanadas de pizza recién horneada que lograba abrir el apetito de todo aquél que se acercaba.

Las alegrías, el pan de amaranto y las cocadas eran los principales productos que la gente se llevaba para disfrutar en el transcurso de regreso a sus hogares o para compartir con aquéllos que no habían podido asistir.

La Feria de la Nieve logró poner alerta los sentidos de los asistentes, nadie se quedaba con las ganas de disfrutar algunos de los extravagantes sabores y para que alcanzara más, se disponían a pedir varios en un mismo vaso, por aquello de la economía.